
Uno oye sus canciones y casi vuelve a creer en ese dios de duendes y hadas buenas que hace de las suyas
que nos enseña a morder por la justicia aunque sea la mano que nos da de comer
ese dios de Manolo que nos quiere (aunque no tengamos mp3) y se acerca a nosotros como si fuésemos tierra sagrada.
El dios que nos hace a tós iguales en el autobús o donde sea
dondequiera que haya una persona que espera.
Y esos dias que uno lo escucha
uno enciende un cigarrillo y casi vuelve a creer en Dios.